R.·.H.·. ENRIQUE CHAPA M.
Nuevo Laredo, Tamaulipas – México
Existe un rito en la Masonería que recibe el nombre de CADENA DE UNIÒN. Se trata de aquel que está constituido por el entrelazamiento que forman las manos, (La mano izquierda recibiendo, palma hacia arriba, y la derecha dando, palma hacia abajo, con las puntas de los pies unidos entre sí) de todos los integrantes del taller, lo cual, precisamente, tiene lugar alrededor del Ara de la Logia.
En primer lugar, habría que decir que la cadena de unión es uno de los ritos masónicos que más directamente aluden a la fraternidad masónica, la que, en efecto, está sustentada en los lazos de armonía y concordia que entre sí ligan a todos los masones. Son los "lazos de amor", pues el amor, entendido por lo más alto, es la fuerza que concilia los contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del Principio. Dicha fraternidad representa, por tanto, el fundamento mismo sobre el que se apoya la propia organización iniciática y tradicional. En este sentido, el entrelazamiento de manos y brazos configura una trama cruciforme que evoca la imagen de una estructura fuertemente cohesionada y organizada.
Pero este rito se realiza, fundamentalmente, para dirigir una plegaria o invocación al Gran Arquitecto, siendo en esa invocación donde reside su sentido profundo y su razón de ser. Por ello, prescindir de la plegaria como sucede en muchas logias actuales, por el mero hecho de ignorarla o por considerarla un trasnochado anacronismo, provoca inevitablemente el empobrecimiento del propio rito, quedando éste, en consecuencia, reducido prácticamente a casi nada. Sin embargo, en la antigua Masonería operativa, la plegaria y las invocaciones de los nombres divinos formaba parte constitutiva del rito y de los trabajos simbólicos; y precisamente ella se realizaba en la cadena de unión y alrededor del cuadro de la Logia, con lo cual se confirma el papel verdaderamente "central" que este último ha desempeñado siempre en la Masonería.
Por lo general, la CADENA DE UNIÒN comienza y termina en el Venerable Maestro, y es él, como la máxima autoridad de la Logia, el que dirige la invocación al Gran Arquitecto. Veamos a continuación un ejemplo de ésta según es de uso todavía entre algunos Ritos masónicos que han seguido conservando parte del legado operativo:
"¡Arquitecto Supremo del Universo! ¡Fuente única de todo bien y de toda perfección! 'Oh Tú! Que siempre has obrado para la felicidad del hombre y de todas Tus criaturas; te damos gracias por Tus paternales beneplácitos, y te conjuramos para que los concedas a cada uno de nosotros, según Tus consideraciones y según nuestras necesidades. Esparce sobre nosotros y sobre todos nuestros Hermanos Tu celeste Luz. Fortifica en nuestros corazones el amor hacia nuestras obligaciones, a fin de observarlas fielmente. Que puedan nuestras reuniones estar siempre fortalecidas en su unión por el deseo de Tu placer y para hacernos útiles a nuestros semejantes. Que ellas sean por siempre la morada de la paz y de la virtud, y que la cadena de una amistad perfecta y fraterna sea en lo sucesivo tan sólida entre nosotros que nada pueda altera. Así sea".
Por consiguiente, y según se desprende de esta oración masónica, la unión encadenada y fraterna se convierte en el soporte horizontal y psicosomático (terrestre), sobre el que "descenderán" -estimulados por la plegaria- los beneplácitos (bendiciones) de la influencia espiritual o supra-individual -"Tu celeste Luz"-, posibilitando así una vía de comunicación axial[1] entre el cielo y la tierra.. Es decir, que a través de la invocación lo que se pretende esencialmente es la comunicación con las energías celestes (las Ideas o atributos creadores del Arquitecto universal) cuya acción espiritual ha conformado -y conforma permanentemente- la realidad simbólica, ritual y mítica (es decir, cosmogónica[2] y metafísica) de la organización iniciática. Al mismo tiempo, en el rito de la cadena de unión se concentra la entidad colectiva constituida por todos los antepasados que realmente participaron en la Tradición y su conocimiento, y de los que se dice moran en el "Oriente Eterno" (la Logia celeste).
Dicha entidad se hace una en comunión con sus herederos actuales, esto es, con los masones que, habiendo recibido y comprendido (en la medida que sea) el mensaje de su legado tradicional, contribuyen hoy en día a mantenerlo vivo y actuante. En este sentido, la CADENA DE UNIÒN también está simbolizando la cadena iniciática de la tradición masónica (y por analogía la de todas las tradiciones), cuyo origen es inmemorial, como lo es asimismo el mensaje que ella ha ido transmitiendo a lo largo del tiempo y de la historia.
Las individualidades, o mejor, la idea de lo individual y lo particular que cada componente de la cadena pudiera tener de sí mismo, desaparece como tal para formar un solo cuerpo que vibra y respira a una misma cadencia rítmica.
La CADENA DE UNIÒN deviene así un círculo mágico y sagrado donde se concentra y fluye una fuerza cósmica y teúrgica[3] que asimilada por todos y cada uno de los integrantes de la misma les permite participar del verdadero espíritu masónico y de su energía salutífera y regeneradora. No es entonces de extrañar que durante el transcurso del rito de la iniciación, el neófito reciba simbólicamente la "luz" integrado en la cadena de unión, lo cual es perfectamente coherente en una tradición en la que el rito y el trabajo colectivo desempeñan una función eminente como vehículos de transmisión de la influencia espiritual.
Fonte: JBNews - Informativo nº 278 - 02.06.2011
Nenhum comentário:
Postar um comentário